Por: Humberto Eco *
En un reciente debate sobre se-miótica de lo sagrado, acabamos
Hablando de esa idea que va desde Maquiavelo a Rosseau, y sigue, de una “religión civil” de los romanos, entendida como un conjunto de creencias y obligaciones capaz de mantener unida a la sociedad. Alguien notó que partiendo de esa concepción, que de por sí es virtuosa se llega fácilmente a la idea de la religión como instrumentumregni, expediente que un poder político (representado incluso por exsépticos o no creyentes) usa para controlar sus súbditos.
La idea estaba ya presente en auto-res que tenían experiencia en la relegión civil de los romanos, y por ejemplo, Polibio (Historia VI) escribía a propósito de los ritos romanos que “en una nación formada únicamente por sabios sería inútil recurrir a mé-todos como esos, pero puesto que la muchedumbre es por naturaleza voluble y está subyugada por pa-siones de todo tipo, por una avidez desenfrenada o una ira violenta no queda más remedio que atajarla con semejantes instrumentos y con mis-teriosos temores. Por este motivo, soy de la opinión de que nuestros antepasados introdujeron con razón entre las multitudes la fe religiosa y las supersticiones sobre el Hades y que son bastante necios los que intentan eliminarlas en nuestros dias. Los romanos, manejando aún cantidades de dinero mucho mayores en los cargos públicos y en las embajadas se mantienen honestos solo por el respeto hacia el vínculo del juramento, mientras que en los demás pueblos raramente se encuentra a nadie que no toque el dinero de público, entre los romanos es raro encontrar que alguien se ha manchado con seme-jante culpa”
Aunque los romanos se portaran en forma tan virtuosa en época republi-blicana, desde luego en un cierto punto dejaron de hacerlo. Y se pue-de entender por qué, unos siglos más tarde, Spinoza daba otra lectu-ra del instrumentum regni, y de sus ceremonias espléndidas y cautivadoras: “Así pues, si es verdad que el mayor secreto consiste en mantener a los hombre en el engaño y ocultar bajo el falaz nombre de religión al miedo con que deben ser sometidos para que combatan por su esclavitud como si fuera su salvación…. Es igualmente
Verdad que en una comunidad libre no se podría pensar ni intentar realizar nada más funesto (Tratado teológico-político)
A partir de allí no era difícil llegar a la célebre definición marxista de que la religión es el opio de los pueblos.
Pero, ¿es verdad que las religiones tienen todas ellas y siempre esta verdad dormitiva? José Saramago, por ejemplo, tiene una opinión abso-lutamente contraria, y más de una vez ha arremetido contra las religio-nes como instrumento de conflicto: “Las religiones, todas ellas, sin excepción, nunca han servido para aproximar y congraciar a los hom-bres, que por el contrario, han sido y siguen siendo causa de sufrimientos Inenarrables, de matanzas, de mons truosas violencias físicas y espiritua-les que constituyen uno de los más tenebrosos capítulos de la miserable historia humana. (El País, 18 de septiembre de 2001)
Saramago concluía en otras declara ciones que “si todos fueramos ateos, el mundo sería más pacífico”. No estoy seguro que tenga razón, pero parece que el Papa Ratzinger le ha contestado indirectamente en su recientemente encíclica Spe SalVi , donde nos dice, que al contrario,
Que el ateísmo de los siglos XIX y XX , aunque se ha presentado como una protesta contra las injusticias del mundo y la historia universal, ha logrado que “de esta premisa se ha-yan derivado las más grandes cruel-dades y violaciones de la justicia.”
Tengo la sospecha de que Ratzin-ger pensaba en esos descreídos de Lenín y de Stalin, pero se olvidaba de que en las banderas nazis esta-ba escrito Gott mit uns (que significa “Dios está con nosotros”).Que falan-ges de capellanes militares bende-cían los gallardetes fascistas que el carnicero (dejando de lado los críme nes de sus adversarios, que al fin y al cabo empezó él) estaba inspirad en motivos religiosísimos y sostenido por los guerrilleros de Cristo Rey.
Que religiosísimos eran los vandeanos contra los republicanos que bien habían inventado una Diosa Razón (instrumentum regni) Que Católicos y Protestantes se han masacrado alegremente durante años y años. Que tanto los cruzados co-mo sus enemigos estaban empu-jados por motivaciones religiosas. Que para defender la religión romana se arrojaban cristianos a Los leones. Que por razones religiosas se han encendido muchas hogueras. Que religiosísimos son los fundamentalistas musulmanes, Los terroristas de las Twin Towers, Osama y los tablibanes que bombar dearon los Budas. Que por razones religiosas se oponen India y Pakistán y, para acabar, que Busch invadió Irak invocando “Godd bless América” Por todo lo cual, estaba reflexionan-do que, que si a veces la religión es o ha sido el opio de los pueblos, más a menudo, quizá, ha sido su cocaína. Al final va a resultar que el hombre es un animal psicodélico.
Novelista y Semiólogo Italiano. Tomado de El Espectador Semana del 17 al 23 de Febrero-08 P. 19ª
En un reciente debate sobre se-miótica de lo sagrado, acabamos
Hablando de esa idea que va desde Maquiavelo a Rosseau, y sigue, de una “religión civil” de los romanos, entendida como un conjunto de creencias y obligaciones capaz de mantener unida a la sociedad. Alguien notó que partiendo de esa concepción, que de por sí es virtuosa se llega fácilmente a la idea de la religión como instrumentumregni, expediente que un poder político (representado incluso por exsépticos o no creyentes) usa para controlar sus súbditos.
La idea estaba ya presente en auto-res que tenían experiencia en la relegión civil de los romanos, y por ejemplo, Polibio (Historia VI) escribía a propósito de los ritos romanos que “en una nación formada únicamente por sabios sería inútil recurrir a mé-todos como esos, pero puesto que la muchedumbre es por naturaleza voluble y está subyugada por pa-siones de todo tipo, por una avidez desenfrenada o una ira violenta no queda más remedio que atajarla con semejantes instrumentos y con mis-teriosos temores. Por este motivo, soy de la opinión de que nuestros antepasados introdujeron con razón entre las multitudes la fe religiosa y las supersticiones sobre el Hades y que son bastante necios los que intentan eliminarlas en nuestros dias. Los romanos, manejando aún cantidades de dinero mucho mayores en los cargos públicos y en las embajadas se mantienen honestos solo por el respeto hacia el vínculo del juramento, mientras que en los demás pueblos raramente se encuentra a nadie que no toque el dinero de público, entre los romanos es raro encontrar que alguien se ha manchado con seme-jante culpa”
Aunque los romanos se portaran en forma tan virtuosa en época republi-blicana, desde luego en un cierto punto dejaron de hacerlo. Y se pue-de entender por qué, unos siglos más tarde, Spinoza daba otra lectu-ra del instrumentum regni, y de sus ceremonias espléndidas y cautivadoras: “Así pues, si es verdad que el mayor secreto consiste en mantener a los hombre en el engaño y ocultar bajo el falaz nombre de religión al miedo con que deben ser sometidos para que combatan por su esclavitud como si fuera su salvación…. Es igualmente
Verdad que en una comunidad libre no se podría pensar ni intentar realizar nada más funesto (Tratado teológico-político)
A partir de allí no era difícil llegar a la célebre definición marxista de que la religión es el opio de los pueblos.
Pero, ¿es verdad que las religiones tienen todas ellas y siempre esta verdad dormitiva? José Saramago, por ejemplo, tiene una opinión abso-lutamente contraria, y más de una vez ha arremetido contra las religio-nes como instrumento de conflicto: “Las religiones, todas ellas, sin excepción, nunca han servido para aproximar y congraciar a los hom-bres, que por el contrario, han sido y siguen siendo causa de sufrimientos Inenarrables, de matanzas, de mons truosas violencias físicas y espiritua-les que constituyen uno de los más tenebrosos capítulos de la miserable historia humana. (El País, 18 de septiembre de 2001)
Saramago concluía en otras declara ciones que “si todos fueramos ateos, el mundo sería más pacífico”. No estoy seguro que tenga razón, pero parece que el Papa Ratzinger le ha contestado indirectamente en su recientemente encíclica Spe SalVi , donde nos dice, que al contrario,
Que el ateísmo de los siglos XIX y XX , aunque se ha presentado como una protesta contra las injusticias del mundo y la historia universal, ha logrado que “de esta premisa se ha-yan derivado las más grandes cruel-dades y violaciones de la justicia.”
Tengo la sospecha de que Ratzin-ger pensaba en esos descreídos de Lenín y de Stalin, pero se olvidaba de que en las banderas nazis esta-ba escrito Gott mit uns (que significa “Dios está con nosotros”).Que falan-ges de capellanes militares bende-cían los gallardetes fascistas que el carnicero (dejando de lado los críme nes de sus adversarios, que al fin y al cabo empezó él) estaba inspirad en motivos religiosísimos y sostenido por los guerrilleros de Cristo Rey.
Que religiosísimos eran los vandeanos contra los republicanos que bien habían inventado una Diosa Razón (instrumentum regni) Que Católicos y Protestantes se han masacrado alegremente durante años y años. Que tanto los cruzados co-mo sus enemigos estaban empu-jados por motivaciones religiosas. Que para defender la religión romana se arrojaban cristianos a Los leones. Que por razones religiosas se han encendido muchas hogueras. Que religiosísimos son los fundamentalistas musulmanes, Los terroristas de las Twin Towers, Osama y los tablibanes que bombar dearon los Budas. Que por razones religiosas se oponen India y Pakistán y, para acabar, que Busch invadió Irak invocando “Godd bless América” Por todo lo cual, estaba reflexionan-do que, que si a veces la religión es o ha sido el opio de los pueblos, más a menudo, quizá, ha sido su cocaína. Al final va a resultar que el hombre es un animal psicodélico.
Novelista y Semiólogo Italiano. Tomado de El Espectador Semana del 17 al 23 de Febrero-08 P. 19ª
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